¿Qué es un producto biodegradable? El ciclo que nutre la economía circular

Bolsas, cápsulas, acolchados agrícolas o embalajes. Cada vez son más los productos que se etiquetan como biodegradables.

En este proceso bioquímico, los materiales se descomponen en elementos naturales que pueden servir de nutrientes. Y que dan un impulso a la economía circular. Fuente BBVA

Un grupo de investigadores de la Universidad de Tennessee (EE. UU) dio un giro a las pesquisas policiales y a la ciencia forense basándose en la observación de la naturaleza. Se dieron cuenta de que, cuando los cadáveres son enterrados en los bosques después de un crimen, la naturaleza cambia sutilmente a su alrededor.

Al descomponerse, estos cuerpos se convierten en fertilizantes que nutren las plantas, que a su vez producen más clorofila y se vuelven más verdes. Basta con interpretar estas y otras pequeñas pistas que da la naturaleza para seguir el rastro y desvelar el crimen.

¿Qué es un producto biodegradable?

La investigación de este equipo de científicos y antropólogos forenses se basa en la biodegradabilidad. Es decir, la capacidad que tienen algunos materiales de descomponerse mediante un proceso natural. Hoy en día, numerosas empresas y sectores apuestan por utilizar materiales que pueden seguir este proceso y biodegradarse, para reducir el impacto de los residuos en el medioambiente y contribuir a la circularidad de la economía.

Microorganismos, oxígeno y humedad

Actualmente, se comercializan multitud de productos etiquetados como biodegradables. Para entender bien qué impacto tienen en el planeta, es importante entender qué significa realmente que un producto sea biodegradable.

“Un producto es biodegradable cuando es susceptible de ser degradado por la acción de microrganismos existentes en el medio de manera natural, tales como bacterias, hongos o algas”, explica Ángela Osma, secretaria general de ASOBIOCOM, la Asociación Española de Plásticos Biodegradables Compostables.

En este proceso bioquímico, los materiales se descomponen en elementos naturales, como agua, dióxido de carbono (CO2) o biomasa. La biodegradación puede darse en diferentes condiciones y medios (en el suelo, en el agua y en condiciones de compostaje) y su ritmo depende de la humedad, de la cantidad de oxígeno disponible y de la temperatura.

¿Qué es un producto biodegradable?

Uno de los resultados del proceso de biodegradación es que los elementos resultantes sirven de nutrientes para el medioambiente. Tal y como sucede con las tierras y las plantas que estudian los investigadores de Tennessee, los suelos que son fertilizados con elementos naturales se ven sometidos a cambios. Normalmente, se mantienen en mejores condiciones y sirven de base a una vegetación más fuerte y sana.

La creación de productos biodegradables da un impulso además a la economía circular. Aquella que apuesta por alargar al máximo el ciclo de vida de los artículos y evitar la generación de basura.

‘Podcast’: Economía circular: reduce, reutiliza y recicla para conservar los recursos naturales

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Biodegradable versus compostable

Un término muy utilizado a la hora de señalar productos biodegradables es el que hace relación al compostaje. Para no confundirlos, es importante entender que cualquier producto compostable es biodegradable, pero no todos los productos biodegradables son compostables.

“En ambos casos, y mediante la acción de microorganismos, se da lugar a la formación de dióxido de carbono, agua y sales minerales. En condiciones de compostaje, también se obtiene compost. La compostabilidad implica necesariamente la biodegradabilidad, pero no al revés. Hay materiales biodegradables que no son compostables”, explica Osma.

El compost es, por consiguiente, el resultado de este proceso biológico. Se trata de un fertilizante muy efectivo y demandado para tareas agrícolas y de jardinería. Además, sirve para restaurar terrenos degradados, para controlar la erosión y, en general, para mejorar el estado de los suelos.

El hecho de poder convertir productos como bolsas, envases o cápsulas de café en compost es muy interesante para dar un impulso a la economía circular. Sin embargo, es muy importante tener en cuenta que no es suficiente con contar con productos compostables: es necesario que estos terminen en lugares específicos donde se pueda garantizar su correcta degradación.

“Habitualmente, decimos que un producto es compostable cuando cumple la norma de compostaje industrial, la cual define las condiciones para que el material se composte a la vez que el residuo orgánico”, señala Osma.

Tal y como explican desde el informe ‘The New Plastics Economy: Rethinking the Future of Plastics’, realizado de la Fundación Ellen McArthur, existen diferentes estándares para certificar que un material se biodegrada en un determinado medio y poder catalogar los productos como compostables. En Europa, las condiciones del compostaje industrial están definidas en la norma UNE-EN 13432, que exige que debe darse al menos un 90% de biodegradación en un periodo máximo de seis meses.

Ventajas de los productos biodegradables

Además de reducir la cantidad de residuos y favorecer la economía circular, los productos biodegradables en general y compostables en particular que son correctamente tratados presentan diferentes ventajas. “Una de ellas es que no tienen que separarse de los biorresiduos (restos de comida y vegetales), pudiendo gestionarse conjuntamente”, indica la secretaria general de ASOBIOCOM.

“Los compostables se usan allí donde aportan valor, como en aquellas aplicaciones donde el envase queda muy sucio de restos orgánicos y puede generar un residuo difícil de gestionar”, explica. Un ejemplo serían las cápsulas de café, que normalmente no se reciclan porque son demasiado pequeñas (y por lo tanto no compensa económicamente a las empresas recicladoras) y suelen tener restos orgánicos.

¿Qué es un producto biodegradable?

Otro buen ejemplo lo tenemos en las bolsas de infusiones monodosis. En estos casos, separar los restos orgánicos del envase es muy complicado. Las etiquetas de la fruta, por otro lado, suelen terminar en el contenedor de residuos orgánicos. El hecho de que sean compostables garantiza su degradación, siempre y cuando se sometan al proceso adecuado.

Los sectores de los envases y la alimentación están entre los que más han apostado hasta ahora por la utilización de productos biodegradables. Otro de ellos es el de la agricultura. “En este sector hay aplicaciones que aportan valor, como son los acolchados y tunelillos, filmes muy finos que están a ras de la tierra y que no se pueden recoger para reciclar mecánicamente”, explica Osma.

Otros ejemplos son los tutores o los clips, piezas que se utilizan en los campos de cultivo. Al apostar por productos biodegradables en lugar de otros de plástico, se evita que puedan terminar contaminando el entorno al caer al suelo o perderse. Además, reducen la tarea de los agricultores, que no necesitan separarlos uno a uno para su reciclaje.

Utilizar productos biodegradables y garantizar que se descompongan en las condiciones necesarias tiene numerosas ventajas a nivel medioambiental y económico. Como demostraron los investigadores de Tennessee, para encontrar soluciones, muchas veces lo más efectivo es dejarnos inspirar por la propia naturaleza.