Por qué amamantar baja la huella hídrica
MÁS LECHE MATERNA Y MENOS FÓRMULA: UNA FORMA DE CUIDAR AL PLANETA.“Conforme me la fui pegando a mi pecho se fue quitando el dolor y la verdad es que ahora me encanta hacerlo”, dice Alejandra Salas, madre primeriza. Las mamás que amamantan contribuyen al cuidado del medio ambiente. Del 1 al 7 de agosto se celebra la Semana Mundial de la Lactancia.
Por ESPECIAL EMEEQUIS
«Cuando comienzas a amamantar duele mucho, pero conforme me la fui pegando a mi pecho se fue quitando», dice Alejandra. Foto: UNAM.
Por Sandra Delgado / UNAM Global TV
EMEEQUIS.– “La leche materna hace un mundo con infantes y personas más sanas, sensibles e inteligentes; mientras las mamás que amamantan contribuyen al cuidado del medio ambiente por tratarse de un recurso natural, renovable y autosustentable”, aseguró Aurora Martínez González, académica de la Facultad de Medicina.
Al respecto sostuvo que la leche materna para producirse no requiere de ningún consumo energético (gas, electricidad), tampoco es necesario gastar en transportación (aviones, barcos, automóviles) y no genera desechos (latas de aluminio, papel) porque el “producto” sale directo de la “fábrica” hacia el “consumidor final”.
De acuerdo con un estudio hecho por el Imperial College de Londres, publicado en la British Medical Journal en 2020, hay múltiples beneficios ambientales de la lactancia, por ejemplo, dar leche durante seis meses supone un ahorro de entre 95 y 154 kilogramos de emisiones de CO2 (dióxido de carbono) por bebé. Esto equivale a sacar de circulación entre 50 mil y 78 mil automóviles cada año.
Por otro lado, la producción de carne y lácteos contribuye alrededor de 30 por ciento de los gases de efecto invernadero globales, por el metano del ganado; y la mayoría de las fórmulas lácteas se basan en leche de vaca en polvo. Este producto tiene una huella hídrica de hasta cuatro mil 700 litros de agua por kilogramo de polvo.
El artículo también hace referencia a que 550 millones de latas de fórmula infantil comprenden 86 mil toneladas de metal y 364 mil toneladas de papel cada año. Además de que calentar los biberones implica un gasto anual de energía equivalente a cargas de 200 millones de teléfonos móviles.
“Tenemos que buscar que la lactancia se proteja y aumente en nuestro país porque estamos permitiendo que las nuevas generaciones vayan con deficiencias. La huella ecológica de las fórmulas es innecesaria y por tanto debe controlarse éticamente para evitar a toda costa que sustituyan a la leche materna”, destacó Martínez González.
Hay poblaciones, dijo, que tienen hasta 95 por ciento de inicio de lactancia pero una vez que salen del hospital empieza a influir la familia, el trabajo, la promoción de fórmulas lácteas, el ambiente en general y dejan de lactar.
Esto repercute en la economía familiar, ya que estudios han mostrado que durante el primer semestre llega a haber un gasto de alrededor de 18 mil pesos en la compra de biberones, chupones, insumos para hervir y hasta consultas frecuentes con el pediatra porque los bebés se enferman más.
RETOS EN MÉXICO
“Soy mamá desde hace cuatro meses y tener a mi bebé ha sido lo mejor que me ha pasado; sin embargo, te dicen que la maternidad es lo más hermoso y bello, pero la realidad es que es muchas cosas, es muy pesado sobre todo por las pocas horas de sueño que tienes”, expresó Alejandra Salas Ramírez, mamá primeriza.
Para ella el tema de la lactancia ha sido difícil por las dolencias que le dejó la cesárea, la preclamsia postparto y las exigencias laborales. Comentó que el primer error que se cometió fue cuando a su bebé se la llevaron las enfermeras al cunero después de que nació y le dieron leche de fórmula, porque después rechazó el pecho por completo.
“Otra cosa de la que no te hablan es que cuando comienzas a amamantar duele mucho, pero conforme me la fui pegando a mi pecho se fue quitando y la verdad es que ahora me encanta hacerlo cuando puedo, porque por el trabajo, en el que paso de ocho a diez horas, no estoy tanto tiempo con ella y a veces no puedo extraerme la leche”, manifestó.
Ante esto Aurora Martínez afirmó que la hormona responsable de la producción de leche es la oxitocina, pero es muy sensible. Cuando una mamá está estresada, tiene dolor o se siente intranquila se disminuye la salida del líquido; pero cuando ella está relajada vuelve a fluir.
“El estómago del recién nacido es tan pequeño como una canica y tiene cabida para poca leche, es decir, con 50 mililitros a veces es suficiente. Un infante amamantado debe comer a libre demanda para cubrir sus necesidades y conforme va succionando aumenta la producción de leche materna; al segundo día la mamá llega a tener 200 mililitros, al quinto medio litro y a las dos semanas cerca del litro”, enfatizó.
Resaltó que la lactancia materna garantiza una buena nutrición, protección inmunológica e incremento del coeficiente intelectual del bebé; además disminuye la probabilidad de que madre e hijo presenten padecimientos como obesidad, hipertensión y accidentes cerebrovasculares.
BAJO PORCENTAJE EN MÉXICO
México está entre los países con los porcentajes más bajos de lactancia materna en América Latina, según el Instituto Nacional de Salud Pública, pues tan sólo 28.6 por ciento de los menores de seis meses la recibe y 43 por ciento de quienes tienen un año de edad consume fórmula infantil (datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, 2018).
“Esto es un problema de salud para los infantes, ya que la falta de leche materna puede provocar a corto plazo desnutrición, problemas gastrointestinales y padecimientos del corazón; y a largo plazo, diabetes, obesidad e hipertensión. Aún existe mucho desconocimiento de las ventajas que brinda lactar”, aseveró Martínez González.
Algunas mujeres dejan de hacerlo porque sienten que su leche no es suficiente, no hay espacios adecuados en sus lugares de trabajo para extraer su leche o aseguran que el líquido causa alergia al bebé cuando lo que sucede es que algo que está
comiendo la mamá (exceso de carnes rojas, lácteos) aumenta las concentraciones de algunas proteínas que son alergénicas y más bien debe cambiar su alimentación.
Sin embargo, la académica puntualizó que es necesario aprender a extraerse la leche y guardarla para hacer su propio lactario, de esta manera el bebé puede tomarla cuando la requiera. Incluso la leche materna congelada puede durar hasta un mes y aunque pierde algunas de sus propiedades seguirá siendo mejor que la fórmula láctea.
“Tenemos que lograr que nuestros infantes desde recién nacidos reciban como primer alimento la leche materna exclusiva hasta los seis meses y prolongar-
la mínimo dos años, tal y como lo indica la Organización Mundial de la Salud porque les ayuda a madurar su sistema inmunológico. Para esto debemos estar de acuerdo todos y trabajar juntos sector salud y sociedad”, mencionó.
Y por ello es que cada año del 1 al 7 de agosto se celebra la Semana Mundial de la
Lactancia, cuya finalidad es apoyar los esfuerzos para fortalecer las medidas para proteger, promover y apoyar el derecho a la lactancia materna en toda la región de las américas, según la Organización Panamericana de la Salud.