La inversión que llegó para quedarse: por qué el sector de la energía destina dinero a proyectos forestales
Las compañías buscan descarbonizarse con soluciones basadas en la naturaleza gracias a los créditos de carbono. El sector forestal, en auge
Rosa Londra. La carrera hacia el net-zero ya empezó y para cumplir sus metas empresas de todos los sectores recurren a los créditos de carbono como parte de sus estrategias climáticas y de sostenibilidad. Y en el mercado voluntario de bonos de carbono, el sector forestal local se prepara para jugar un rol importante.
Los bonos o créditos de carbono -instrumento de mercado que permite certificar la captura de carbono o reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI)- son obtenidos luego de un proceso de certificación y su principal mercado son empresas, personas o gobiernos que los usan para compensar sus emisiones.
En los últimos dos años, el sector forestal entró en la mira de la industria energética. A fines de 2022 Central Puerto adquirió activos forestales del Grupo Masisa en la Argentina en una operación de u$s 70 millones. De esta manera, la compañía sumó más de 72.000 hectáreas de campos con potencialidad forestal en Entre Ríos y Corrientes que contribuyen a los objetivos de descarbonización.
Este año, en tanto, Marcelo Mindlin, presidente de Pampa Energía, se convirtió en el principal accionista individual de Fiplasto -único productor argentino de tableros de madera de alta densidad-, en una operación de u$s 12 millones. En el comunicado en el que se anunció la transacción los compradores explicaban que esta era su primera inversión en el sector industrial maderero y forestal, «recurso estratégico del país para cumplir con su compromiso de carbono-neutralidad en 2050».
Según Sebastián Fragni, director de GMF Latinoamericana, una compañía forestal pionera en el mercado de carbono forestal, empresas de todos los sectores están traccionando la demanda. «La forestación argentina está viviendo un boom. Para cumplir sus objetivos de descarbonización las empresas buscan soluciones basadas en naturaleza, como la forestación; en el mercado local hay muchas opciones», dice. La industria farmacéutica, oil & gas, el agro, la metalúrgica, la aviación, el transporte son algunos de los sectores que están buscando proyectos viables. Los factores que delinean la oportunidad del mercado forestal local son disponibilidad de tierras aptas para el desarrollo de cultivos forestales y un excelente know how en el manejo forestal, principalmente.
Recuperación de bosques nativos
GMF Latinoamericana opera actualmente 7 proyectos forestales para generación de carbono en distintas regiones del país y con diferente tipo de abordaje, sobre más de 15.000 hectáreas y con un potencial de mitigación de más de 1.375.000 toneladas de CO2 de los cuales ya se llevan mitigadas más de 500.000. Los proyectos incluyen la plantación de especies nativas más grande del país en Corrientes, proyectos de conservación y recuperación de bosques nativos en Jujuy y Salta y proyectos silvopastoriles para carne carbononeutral en Misiones. Además, lograron el primer proyecto donde los propietarios de la tierra obtienen pagos por servicios de carbono a través de la venta de servicios a distintas empresas pequeñas y medianas.
En el país hoy existen proyectos en desarrollo y certificación por una superficie de más de 70.000 hectáreas. Los proyectos, con una duración de entre 20 y 40 años, tienen una etapa muy rigurosa de planificación y registración, luego de monitoreo, validación y reporte. Dependiendo del tipo de proyecto carbono-forestal y su escala a partir del tercer año aproximadamente se comienza a certificar. El impacto social que se logre y la biodiversidad también son factores que pueden enriquecer el proyecto. «Los más integrales cotizan a mayor valor», dice Fragni. El especialista remarca la necesidad de ser rigurosos al elegir el proyecto y hace hincapié en el concepto de adicionalidad: un bosque nativo o una reserva natural no genera per se carbono adicional. Para certificar carbono, la adicionalidad -el hecho de que se verifique y demuestre que el carbono capturado es adicional, es decir que se logra únicamente como producto de la intervención de quien genera el proyecto- es condición ineludible.
«Aunque hoy el precio del carbono está bajo, se estima que a 2030 se iría a u$s 50 por tonelada y después, a u$s 80. Pero hay empresas argentinas que internamente consideran su precio de carbono a más de u$s 100«, dice Fragni, que afirma que para las empresas tiene mucho sentido hacer este tipo de proyectos hoy en el mercado local. «Todos los sectores deben descarbonizarse, hacerlo acá y en pesos les permite ir a costo en vez de ir a precio», explica.
Unitain Saica es otra firma del sector, la primera en lograr la certificación bajo VCS de Verra en proyectos forestales, el estándar con mayor reconocimiento internacional del mercado de carbono global. El año pasado se aprobó el registro del proyecto para la captura de 300.000 toneladas de CO2, que permitirá emitir 300.000 bonos de carbono como consecuencia de la plantación de especies leñosas nativas y exóticas, como el quebracho colorado, en las provincias de Chaco y Formosa.
Trabajan con especies nativas a escala comercial, lo que representa una oportunidad para la generación de información y formulación de proyectos similares con potencial reducción de la presión a bosques nativos para obtener insumos. Y el programa se lleva a cabo en campos propios y arrendados. En 2025 contará con unas 3000 hectáreas en Chaco, Formosa y Corrientes con más de 4,5 millones de árboles. «En estas forestaciones se desarrollan también actividades que aumentan la biodiversidad como manejo silvopastoril, apicultura certificada, producción de cucurbitáceas y forraje«, cuentan en la firma que comercializa bonos de carbono en el mercado y financia proyectos para el sector privado.
Tierra de oportunidades
«La demanda se vuelca cada vez más hacia los créditos de proyectos de captura de CO2 por sobre los proyectos de reducción de emisiones,» destaca Carlos Scavo, director de la consultora Strategy&.
Los emisores, impulsados por exigencias regulatorias o de clientes, inversores u otros grupos de interés, los necesitan cada vez más para compensar las emisiones que les resultan difíciles de reducir y generan demanda para estos títulos. «En la actualidad existen dos tipos de mercados, regulados y voluntarios, aunque están convergiendo, dando origen a mercados de carbono híbridos», dice Scavo, quien plantea dudas sobre cómo el Artículo 6 será instrumentado, lo que genera un alto grado de incertidumbre en los mercados.
Pero la oportunidad está. El total de carbono comercializado a nivel global en 2021 fue de u$s 851.000 millones, de los cuales aproximadamente u$s 2000 millones fueron créditos de carbono voluntarios. «En América latina, el voluntario es el mercado más relevante. Según el BID, en 2020 y 2021 fue la segunda región que más créditos de carbono ofreció, aproximadamente 20% de la oferta global«, cuenta Scavo, para quien las empresas continuarán con necesidades crecientes de compensar sus emisiones no eliminables mediante certificados de carbono, con lo que se proyecta un fuerte crecimiento de la demanda, aproximadamente de 30 veces hacia 2050.
Una encuesta a más de 500 empresas de Estados Unidos y Europa destaca que cerca del 90% ya utiliza o planea utilizar créditos de carbono como mecanismo para compensar este tipo de emisiones.
Según las proyecciones, la oferta de proyectos de remoción de emisiones, preferidos por la demanda, crecerá menos que lo demandado y resultará en un déficit de oferta de proyectos de alta calidad y aumento de precios, de entre 10 y 15 veces, según estima el especialista. El resultado combinado de mayor demanda y mayores precios es un incremento del valor total del mercado voluntario de entre 5 y 50 veces para 2030 y entre 50 y 550 veces hacia 2050.
En el sector de alimentos, empresas en Brasil y Uruguay exportan productos carbononeutrales con precios diferenciales a mercados de alto valor, son algunas de las oportunidades que ven en PwC.
«La atractividad local para captar nuevas inversiones es indiscutible desde una perspectiva del desarrollo de proyectos forestales de remoción / captura de carbono», dice Scavo. Según la Mesa de Competitividad Foresto Industrial, el país cuenta con 1,3 millones de hectáreas de plantaciones forestales, con posibilidad de expandir la superficie plantada en un 280%, sin competir con sitios conservados, bosques nativos ni cultivos. Además, el crecimiento promedio de los árboles en la región es hasta 5 veces más rápido que en el hemisferio Norte, lo que genera importantes ventajas comparativas.
«Con más de 60 proyectos registrados de compensación de carbono, según registros nacionales e internacionales, en el país ya se cuentan con más de 20.000 hectáreas desarrolladas y más de 90.000 en evaluación o desarrollo», cuenta Scavo. ¿La rentabilidad? Según Strategy&, si bien no hay datos públicos de rentabilidad de los proyectos en Argentina, los fondos forestales sostenibles a nivel global ofrecen rendimientos anuales de entre 8 y 12% en dólares, para inversiones en países desarrollados.
La naturaleza, protagonista
Los bosques regulan el ciclo del agua, mitigan fenómenos climáticos extremos, inundaciones y sequías, preservan los suelos contra la erosión y purifican el aire y son centrales para la biodiversidad y la preservación de flora y fauna, regulan la temperatura y almacenan carbono. Por eso, los proyectos de captura o reducción de emisiones de carbono son una oportunidad para generar ingresos económicos para quien conserve, haga un uso mejorado, restaure o reforeste bosques.
«En el país se calcula que el 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen del cambio de uso de la tierra y la silvicultura, es decir, de la pérdida y degradación de los bosques y su uso intensivo» explica Juan Pedro Cano, coordinador de la Mesa Carbono Forestal Nacional (MCFN).
«Los mercados de carbono pueden traer beneficios ambientales, sociales y económicos, replicables y escalables, aunque deben crearse los espacios para una discusión más amplia, que incluya a más ecosistemas y sectores productivos para generar mejores condiciones, desde lo legal y político», dice.
El tema regulatorio todavía incierto -no hay limitación para venta al exterior, lo que podría significaría una colisión entre el mercado regulado y el voluntario-, le resta confiabilidad al mercado. Ante la falta de iniciativas por parte de los gobiernos nacional y provinciales, las empresas que integran la MCFN se unieron para llevar ideas a los poderes legislativos y ejecutivos para elaborar un marco normativo y de instrumentos de política pública para la regulación y promoción de los mercados de carbono. «La idea es ordenar la discusión», dicen.
Según BCG, uno de los principales argumentos de compra de estos proyectos es que el monitoreo, reporte y verificación sea confiable ya que «los compradores quieren asegurarse de que los créditos sean fáciles de probar contra afirmaciones de greenwashing», explican. Para la consultora, a nivel mundial, la demanda de créditos voluntarios de emisiones de carbono crece rápidamente y la demanda de créditos basados en la naturaleza pronto podría superar la oferta. Y las preferencias de los clientes están cambiando de reducir las emisiones a eliminarlas por completo.
En 2021, el mercado voluntario de carbono creció a un ritmo récord, a cuatro veces su valor en comparación con el año anterior, y el ritmo de compras se aceleró en 2022, según la consultora. Para 2030 se espera que el mercado alcance entre 10.000 y 40.000 millones de dólares.