Bioeconomía, la respuesta ante el cambio climático

Referentes de todo el mundo analizaron los avances y temas pendientes vinculados a la economía con eje en lo biológico. El rol de América latina. La bioeconomía se presenta como una nueva oportunidad de desarrollo para la región a partir del aprovechamiento e industrialización eficiente, sostenible e inclusiva de sus recursos naturales y biodiversidad. En un contexto donde los países del Mercosur dan una fuerte disputa con la Unión Europea por la firma del acuerdo común que no termina de sellarse por las estrictas exigencias medio ambientales de Europa, la puesta en valor del avance que existe en la región sobre economía circular, con fuerte presencia en el sector agropecuario, se transforma en un elemento central para pensar el desarrollo.

Bioeconomía, la respuesta ante el cambio climático

Justamente los enormes pasos adelante que dio la bioeconomía en América latina y su enorme potencial para seguir creciendo quedaron en evidencia durante la 27ª Conferencia Anual del Consorcio Internacional de Investigación en Bioeconomía Aplicada (ICABR, por sus iniciales en inglés), que se realizó la semana pasada en Buenos Aires. Durante cuatro días de intenso trabajo y debates, a más de 150 investigadores y científicos especializados en bioeconomía de las Américas, Europa y África, junto a referentes políticos, empresarios y bioemprendedores, analizaron los desafíos para el sector.

La bioeconomía y su rol en una agricultura sustentable

Hugo Chavarría, gerente del programa de Innovación y Bioeconomía del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (Iica), uno de los organizadores, dijo que si bien la bioeconomía maduró en la región en los últimos años, con desarrollos productivos relacionados con aplicaciones biotecnológicas, biocombustibles, bioinsumos, agricultura baja en carbono y servicios ecosistémicos, entre otros, todavía hay mucho más por hacer. “América latina es sinónimo de recursos biológicos. Si bien tenemos solo el 15% de la superficie terrestre del planeta y el 8% de la población, poseemos el 50% de la biodiversidad y el 23% de los bosques”, dijo.

“De todas maneras, debemos avanzar mucho para conocer y aprovechar los recursos plenamente”, agregó Chavarría y planteó que “hoy en nuestra región solo tenemos mapeada y documentada entre el 20 y el 30% de la biodiversidad; entonces no podemos aprovecharla”.

En ese sentido hizo hincapié en que mucha de la biomasa que se genera en América latina todavía es considerada residuos y hay un largo camino por recorrer para industrializar lo biológico. “El 66% de las exportaciones de nuestra región son productos primarios, sin agregación de valor”, reveló.

El encuentro del ICABR, que llegó por primera vez a América latina, fue coorganizado por la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca (Sagyp) y el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Mincyt) de Argentina, el ICABR y el Iica.

Global. Más de 150 referentes de todo el mundo debatieron en Buenos Aires sobre el futuro de la bioeconomía.

Global. Más de 150 referentes de todo el mundo debatieron en Buenos Aires sobre el futuro de la bioeconomía.

En ese marco se creó la Red Latinoamericana de Bioeconomía, un paso que dieron 25 instituciones públicas, privadas, académicas y organismos de cooperación regional e internacional, un espacio que esperan se convierta en un foro de discusión, intercambio y construcción entre los principales referentes de la bioeconomía regional.Forman parte de ella tomadores de decisión de la bioeconomía de México, Costa Rica, Ecuador, Colombia, Argentina, Guatemala, Brasil, Uruguay y Paraguay; y representantes de organismos internacionales, regionales y nacionales.

Las perspectivas regionales

“Las nuevas industrias vinculadas a la bioeconomía deben desarrollarse en los territorios rurales, para generar empleo e ingresos que beneficien a las comunidades vulnerables”, dijo Chavarría y planteó que hay países que tienen planes nacionales sobre el tema y muchos que están trabajando, con apoyo de organismos internacionales. Sin embargo, “no es suficiente. Necesitamos pisar el acelerador en sensibilización, formación de capacidades, normativa, investigación, desarrollo e inversiones para agregar valor a nuestra producción agrícola en armonía con el ambiente y ser protagonistas de la bioeconomía mundial”, concluyó.

En el acto de apertura de la conferencia participaron el Secretario de Agricultura y el Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de Argentina, Juan José Bahillo Daniel Filmus, respectivamente; el presidente del ICABR, Justus Wesseler; y el director general del Iica, Manuel Otero.

“La conferencia ha sido muy exitosa gracias a los participantes de América latina y otros países del mundo. Ha quedado demostrado que en esta región hay muchísimos proyectos ya en marcha vinculados con la bioeconomía y que también existe un importante esfuerzo de investigación, a partir de académicos crecientemente interesados. Esto es muy valioso para que lo sepan los formadores de políticas públicas”, dijo Wesseler, quien es académico de la Universidad de Wageningen, de los Países Bajos, y especialista en biotecnología y contribución de las cadenas de valor a la sostenibilidad.

“América latina puede beneficiarse enormemente con un mayor desarrollo de la bioeconomía. Hacen falta mayores inversiones para trasladar a la práctica muchísimos proyectos de investigación. Por eso, debe ocupar un lugar más importante en la agenda de la región”, finalizó.

Tradicional y moderna

Eduardo Trigo es referente internacional en la materia y asesor del Iica. El investigador, que tiene una larga experiencia no solo en el campo académico sino en organismos técnicos nacionales e internacionales, señaló que la bioeconomía, en realidad, acompañó a la humanidad prácticamente desde su inicio.

“Desde el inicio de los tiempos la bioeconomía ha estado con nosotros. En cada momento se aprovecharon los conocimientos para utilizar lo biológico”, explicó y detalló que “con la agricultura, la fermentación o los biocombustibles hacíamos bioeconomía sin saberlo”, indicó y por lo tanto “la bioeconomía es algo muy tradicional, pero también es muy moderno”, agregó.

A modo de ejemplo indicó que afines del siglo pasado apareció la biotecnología, como espacio de innovación que “nos permitió empezar a transformar los procesos biológicos con un propósito definido y empezar a integrarla a los ciclos económicos de manera más eficiente”.

El experto consideró que hoy se vive una tercera etapa, con la bioeconomía como visión del desarrollo: “Actualmente se convirtió en una alternativa a la economía fósil, frente a los desafíos del cambio climático. Estamos muy lejos del cumplimiento de los ODS y entonces la bioeconomía aparece como una respuesta a este momento de crisis”.

Finalmente, Trigo se refirió a las tareas pendientes que tiene América latina y el Caribe para un mejor aprovechamiento de esta oportunidad. “Tenemos ocho de los 15 países megabiodiversos en el mundo y ya nadie discute que la diversidad es un recurso estratégico. Tenemos que avanzar en caminos para aprovecharlo, por ejemplo, con la creación de mercados de servicios ecosistémicos”, aseguró y señaló que otra de las claves es integrar a la agricultura familiar: “América latina y el Caribe tiene 21 millones de unidades productivas en agricultura y dos terceras partes de ellas son familiares. Es un número demasiado alto para que la bioeconomía pueda progresar sin una propuesta coherente sobre cómo integrar a ese sector”.