“Cultivar” carbono beneficia al suelo y al clima

dos manos con tierra y lombrices
 Las lombrices de tierra producen humus y favorecen la retención de carbono en el suelo. Sippakorn Yamkasikorn / Pexels.com

El suelo es un aliado clave para reducir los gases de efecto invernadero en la atmósfera. Un proyecto piloto desarrollado en Suiza arroja nueva luz sobre el potencial de almacenamiento de carbono en los suelos agrícolas, aunque quedan pendientes todavía muchos interrogantes.

Christian Streit no sólo cuida de sus animales y sus cultivos, sino también del suelo que hay bajo ellos. Reduce al mínimo las tareas de labranza y siembra en terrenos sin arar. Deja que las lombrices aireen el suelo. El agricultor alterna varios cultivos diferentes -principalmente trigo, maíz, colza y soja- en la misma parcela y mantiene constantemente una cubierta vegetal en los campos.

Estos son los principios de la agricultura de conservación, una producción agrícola sostenible en la que se protege el suelo de la erosión y la degradación. “Tenemos que cuidar los suelos, entre otras cosas porque son las herramientas de trabajo que nos permiten alimentar a la gente”, afirma este agricultor residente en Aubonne, cantón de Vaud.

Los suelos son también el principal almacénEnlace externo de carbono después de los océanosEnlace externo: se calcula que la cantidad de carbono del suelo, es decir, de la capa superior de la corteza terrestre formada por componentes minerales, humus, agua y organismos vivos, es tres veces superior a la de la atmósfera.

hombre agachado con tierra en las manos
 Christian Streit practica una agricultura respetuosa con el suelo. swissinfo.ch

El carbono penetra en el suelo a través de la fotosíntesis de las plantas y la descomposición de la materia vegetal y animal. Parte del carbono se transforma en materia orgánica (humus) y permanece en el suelo, otra parte vuelve a la atmósfera por la acción de los microorganismos.

Se trata de un equilibrio dinámico en el que influyen diversos factores, como las condiciones climáticas, la composición del suelo, su estructura y la forma de trabajarlo. Una gestión cuidadosa de los suelos agrícolas permite absorber y almacenar carbono de forma sostenible, lo que contribuye a reducir la cantidad de CO2 en la atmósfera.

Suiza, como otros países, incluye los suelos en su estrategia para compensar las emisiones y alcanzar la neutralidad climática en 2050, una cuestión sobre la que el pueblo suizo se pronunció el pasado 18 de junio.

Pero hay un problema. La agricultura intensiva y la degradación que caracteriza a casi todas las zonas cultivadas del planeta reducen la capacidad del suelo para almacenar carbono. ¿Cuál es el potencial de los suelos agrícolas en la mitigación del cambio climático?

Christian Streit ha participado en un proyecto único para buscar la respuesta a esta pregunta.

¿Cuánto carbono hay en el suelo?

En los terrenos de este agricultor suizo se almacenan el equivalente a 14.037 toneladas de CO2. Esta cifra corresponde aproximadamente a las emisiones totales generadas por mil personas en Suiza. Gracias a esta reserva de carbono, el agricultor compensa aproximadamente una cuarta parte de los gases de efecto invernadero que emite. La mayor parte de las emisiones proceden del metano producido durante la digestión de su ganado.

El cálculo ha sido realizado por Prométerre, la asociación para la promoción de las profesiones agrícolas del cantón de Vaud. En el marco de un proyecto pilotoEnlace externo en el que participaron 18 de las aproximadamente 3.500 explotaciones agrícolas del cantón, el personal de Prométerre tomó muestras del suelo en todas las parcelas, en total 600 parcelas. La metodología tuvo en cuenta no sólo la profundidad, sino también la densidad y la masa del sueloEnlace externo. Según la asociación, es probablemente la primera vez en el mundo que se realiza un análisis tan detallado a nivel de una explotación agrícola.

“Comparadas con otros países, las explotaciones consideradas generan pocas emisiones y almacenan importantes cantidades de carbono”Aude Jarabo, Prométerre

“Comparadas con otros países, las explotaciones consideradas generan pocas emisiones y almacenan importantes cantidades de carbono”, afirma Aude Jarabo, agrónoma y experta en clima de Prométerre.

El buen resultado de Christian Streit no es fruto de la casualidad. En sus campos hay un suministro constante de materia orgánica desde hace décadas. El agricultor esparce estiércol y residuos vegetales y deja los restos vegetales en los campos al final de cada cosecha. Durante el invierno, cuando la tierra está en barbecho, cultiva los llamados cultivos de cobertura, como el trébol. Se trata de cultivos no destinados a la venta, cuya finalidad es enriquecer el suelo con nutrientes y reducir la erosión causada por el agua y el viento.

“Es una tradición familiar. Mi padre fue pionero en la gestión sostenible del suelo”, afirma este agricultor de 46 años.

Compensar los gases de efecto invernadero con humus

Diversas actuaciones en todo el mundo pretenden reponer las reservas de materia orgánica, y por tanto de carbono, de los suelos que se han perdido debido a las prácticas agrícolas intensivas. Esto contribuye a reducir los gases de efecto invernadero en la atmósfera.

La iniciativa internacional “4 por milEnlace externo“, lanzada en 2015 en París durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, asume que un aumento anual del 0,4% en el contenido de humus de los suelos agrícolas puede compensar las emisiones causadas por la actividad humana.

Alcanzar este objetivo en Suiza no sería nada difícil, ya que se conocen las prácticas agrícolas adecuadas, afirma Pascal Boivin, profesor de la Universidad de Paisaje, Ingeniería y Arquitectura de Ginebra (Hepia), que ha desarrollado la metodología utilizada por Prométerre. “La cuestión es cómo conseguir que el mayor número posible de agricultores de todo el mundo opten por métodos más prudentes y sanos”, subraya Boivin, que también es presidente de la Confederación Europea de Sociedades de Ciencias del Suelo.

Entre las soluciones para aumentar el contenido de materia orgánica está la agricultura de conservación, que también practica Christian Streit. En todo el mundo, sin embargo, sólo se aplica en el 15% de las tierras cultivables.

Mercado de créditos de carbono

Claudio Zaccone, catedrático de Química Agrícola de la Universidad de Verona y miembro de la Unión Internacional de Ciencias del Suelo, señala que, a nivel mundial, no siempre existe una verdadera conciencia en el mundo agrícola sobre la cantidad de carbono en el suelo cultivable y de su importancia para la calidad del suelo. Sin embargo, no es sólo una cuestión de concienciación.

El agricultor que adopta prácticas de almacenamiento de carbono tiene que soportar costes adicionales, a menudo sin un beneficio inmediato en términos de productividad, señala Zaccone. Christian Streit, por ejemplo, tiene que contratar más mano de obra si quiere limitar el uso del tractor y otros vehículos agrícolas, que tienen el inconveniente de compactar el Enlace externosueloEnlace externo.

“Si los políticos acabaran exigiéndolo, los agricultores deberían poder beneficiarse de subvenciones, al menos en una fase inicial”, afirma Zaccone.

Otra opción es el mercado voluntario de créditos de carbono, una idea que está cobrando impulso en Estados Unidos y Europa, incluida SuizaEnlace externo. Gracias a la llamada agricultura del carbono, un agricultor puede hacer certificar la cantidad de carbono que almacena en el suelo y vender los créditos correspondientes a quienes deseen compensar sus emisiones, por ejemplo, una empresa o un particular.

Se trata de una posibilidad atractiva para el mundo agrícola. Según algunas estimacionesEnlace externo, las tierras cultivadas del mundo podrían almacenar el equivalente a más de mil millones de toneladas de CO2 al año. Suponiendo un mínimo de 20 dólares por tonelada almacenada, eso equivaldría a un volumen de negocio de unos 20.000 millones de dólares al año.

Esta es la teoría. La práctica, sin embargo, es diferente.

El almacenamiento del carbono del suelo, un método imperfecto

Calcular la cantidad exacta de carbono que puede almacenarse en el suelo puede ser complicado, entre otras cosas porque depende de las características del propio suelo, que varían de una región e incluso de una parcela a otra. Una metodología de análisis detallado como la aplicada por Prométerre en Suiza podría contribuir a una mayor precisión.

“La cuestión es cómo conseguir que el mayor número posible de agricultores de todo el mundo opten por métodos más prudentes y sanos”Pascal Boivin, profesor de la Universidad de Paisaje, Ingeniería y Arquitectura de Ginebra (Hepia)

Calcular la cantidad exacta de carbono que puede almacenarse en el suelo puede ser complicado, entre otras cosas porque depende de las características del propio suelo, que varían de una región e incluso de una parcela a otra. Una metodología de análisis detallado como la aplicada por Prométerre en Suiza podría contribuir a una mayor precisión.

Sin embargo, no hay garantías de que el carbono permanezca en el suelo el tiempo suficiente para contrarrestar el calentamiento global.
Algunos estudios recientesEnlace externo contradicen la idea de que las moléculas de carbono puedan permanecer en el suelo durante cientos o miles de años. Los agricultores también pueden decidir volver a la agricultura intensiva. Incluso unas lluvias torrenciales o una sequía extrema podrían liberar el carbono almacenado en el suelo y frustrar los esfuerzos de almacenamiento.

Por otra parte, hay cada vez más pruebas de que algunas prácticas, como la agricultura sin labranza, pueden hacer que se almacene menos carbono Enlace externodel que Enlace externose suponeEnlace externo. En cualquier caso, el contenido de carbono del suelo tiene un límite y, según algunas estimaciones, ese umbral de saturación podría alcanzarse en pocas décadas.

Un legado para el futuro

Pero a pesar de las incertidumbres, Christian Streit seguirá cuidando sus suelos. Entre otras cosas, porque los suelos ricos en carbono son más fértiles, tienen mayor capacidad de retención de agua y favorecen la biodiversidad, explica.

En el futuro, este agricultor quiere reducir aún más las acciones mecánicas sobre la superficie y aumentar la aportación de materia orgánica. Su intención es repetir la medición del carbono dentro de unos años, para evaluar qué prácticas agrícolas han tenido mayor efecto positivo. No obstante, los costes de este segundo análisis correrán a su cargo.

Streit espera que su compromiso con el suelo y el clima tenga también repercusiones económicas. Una certificación, similar a la que existe actualmente para la agricultura ecológica, podría permitirle, por ejemplo, vender sus productos a un precio más elevado.

Y si no, paciencia. Seguir con la tradición familiar es lo más importante. “Lo hago por mis hijos”, afirma Streit. “Me gustaría que acabaran teniendo una tierra tan fértil como la que me dejó mi padre”.

Texto adaptado del italiano por J. Wolff