Hablemos de Bonos Verdes en la semana de la COP27
Consuelo Blanco – Responsable de fondos – Estrategias de inversión. El domingo dio comienzo la Conferencia sobre el cambio climático de Sharm El Sheij, en Egipto.
El nuevo informe de la ONU muestra que los países están cambiando el sentido de la curva de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero hacia abajo, pero subraya que estos esfuerzos siguen siendo insuficientes para limitar el aumento de la temperatura mundial a 1,5 grados centígrados para finales de siglo.
Por otro lado, la ONU ha destacado el papel esencial de las soluciones basadas en la naturaleza para hacer frente al cambio climático y la necesidad de aumentar la financiación para dichos enfoques. En este sentido, es importante la mobilización del dinero acumulado en el mercado de bonos.
Alcanzar la neutralidad neta significa la neutralidad global del carbono, donde cualquier gas de efecto invernadero emitido se cancela por los eliminados con nuevas tecnologías y nuevos hábitos. Requiere un cambio importante en la forma en que los inversores asignan el capital, y en cómo se comprometen con las empresas para convertir las ideas bienintencionadas en acciones.
Hoy vamos a explorar una opción que tienen los inversores para iniciar su propia transición climática. Se trata de movilizar parte de los 125 billones de dólares acumulados en el mercado mundial de bonos1. Eso es mucho dinero, y mucho potencial de impacto climático almacenado, listo para ser utilizado.
Hablamos de los «bonos verdes», un segmento relativamente nuevo pero en auge del mercado de bonos. Los bonos verdes ofrecen a los inversores una forma de dirigir parte de su capital hacia proyectos climáticos. Como veremos, las razones para incluirlos en las carteras son más fuertes que nunca.
¿Cómo funcionan?
Cuando usted compra un bono normal o «vainilla», está prestando su dinero a la empresa emisora o al gobierno sin ninguna condición. El emisor utiliza los ingresos para un fin no especificado y, a cambio, paga un cupón sobre el bono. Al final, en la mayoría de los casos, se recupera el capital (el préstamo).
Los bonos verdes, en cambio, recaudan dinero para un fin específico. Para que un bono se certifique como verde, sus ingresos deben ayudar a financiar proyectos climáticos o medioambientales. Por lo tanto, a diferencia de lo que ocurre con los bonos simples, siempre sabrá a qué se destina su dinero. Puede pensar en ello como una financiación con «condiciones ecológicas». Un bono verde podría financiar un nuevo parque eólico, o un proyecto para aumentar la resistencia a las inundaciones de una ciudad de baja altitud, o la renovación de una estación de tren para aumentar el uso del transporte público, cualquiera de los muchos proyectos que beneficiarán al medio ambiente de forma específica y tangible.
En pocas palabras, los bonos verdes ofrecen mucha más transparencia y capacidad de medición que los bonos normales. Sin embargo, todavía pasan desapercibidos para muchos inversores. Muchos, pero no todos. Lejos de la corriente principal, el mercado de los bonos verdes ha experimentado un boom de popularidad.
¿Por qué los bonos verdes están ganando protagonismo?
La lucha contra el cambio climático es lenta debido a que los proyectos necesitan ser financiados y no ha habido un buen mecanismo para conectar el dinero de los inversores con los proyectos verdes que más lo necesitan. Los bonos verdes abren un canal para entregar la tan necesaria financiación directamente a los proyectos verdes a cambio de una rentabilidad, vía el pagó de un cupón y sirven como diversificadores de riesgo en las carteras, además de ese objetivo de contribuir a la acción climática de forma mensurable.
Están siendo rápidamente adquiridos por los inversores que se están dando cuenta de su gran potencial. Aunque todavía son una pequeña parte del gigantesco mercado de bonos global, pero están en una trayectoria de crecimiento muy fuerte. El gráfico de la izquierda muestra la emisión acumulada de bonos verdes a nivel mundial. En 2021 se superó el umbral de los 1,5 billones de dólares, tras haber alcanzado los 1,5 illones en 2020 (1,5 trillones anglosajones).
Como se oberva en los siguientes gráficos, el de la derecha muestra los flujos acumulados en los ETF de bonos verdes domiciliados en Europa. Podemos ver una forma similar, que ha sido denominada como crecimiento exponencial por Climate Bonds Initiative, una organización que moviliza capital para la acción climática.