La economía circular avanza en América Latina y el Caribe
En el 2021 se formó la Coalición de Economía Circular de América Latina y el Caribe (CECALC), con la finalidad de servir de plataforma para el intercambio de las mejores prácticas de economía circular y promover la cooperación entre los gobiernos, las empresas y la sociedad de la región.
Dicho organismo está coordinado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y liderado en forma rotativa por un comité directivo compuesto por cuatro representantes gubernamentales de alto nivel, comenzando por Colombia, Costa Rica, República Dominicana y Perú para el período 2021-2022.
Reúne también a ocho socios estratégicos: el Centro y Red de Tecnología del Clima (CTCN), la Fundación Ellen MacArthur, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Fundación Konrad Adenauer (KAS), la Plataforma para la Aceleración de la Coalición de Economía Circular (PACE), la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), el Foro Económico Mundial (FEM) y el PNUMA.
Como resultado de los primeros trabajos de la CECALC, en febrero de este año se presentó la publicación Economía Circular en América Latina: una visión compartida, cuyo propósito es ayudar a alinear y fortalecer la cooperación para guiar proyectos futuros en los temas de economía circular. La publicación se adapta a las características y culturas únicas de la región, y se enfoca en alejarse de los modelos económicos lineales y extractivos que causan la degradación ambiental para fomentar así una recuperación resiliente de la pandemia de Covid-19.
La información contenida en este documento resultó de la consulta a decenas de funcionarios gubernamentales de la región, así como a diversos representantes de instituciones internacionales, empresas y académicos relevantes, con el fin de imaginar colectivamente el futuro de la región: promover para América Latina y el Caribe (ALC), una economía circular que funcione a nivel mundial.
Como lo he señalado en tres trabajos que sobre el tema de economía circular he publicado en este espacio (Economía circular. Una nueva forma de producir y convivir; Ley de Economía Circular ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Qué implica? y; ¿Cómo transitarán las empresas de la economía lineal al modelo de Economía Circular?), esta se basa en tres principios impulsados por el diseño: eliminar los residuos y la contaminación, hacer circular productos y materiales en su más alto nivel y regenerar la naturaleza. La economía circular busca preservar el valor de los materiales y los productos durante el mayor tiempo posible, para reducir al mínimo la generación de residuos y cerrar su ciclo de vida, en contraposición con el paradigma dominante de la economía lineal de producción-consumo-eliminación.
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Voy pues a dedicar esta colaboración a presentar un resumen del documento Economía Circular en América Latina: una visión compartida, pero antes pondré en contexto la situación de América Latina en aquellos temas a los que preferentemente apuntan las soluciones que esperan encontrarse con la implementación de la economía circular y para ello me apoyaré en la Introducción de un documento elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), a propósito de un evento realizado a mediados de este año y al que se le llamó, Avances hacia una economía circular en América Latina y el Caribe: desafíos y oportunidades para lograr un estilo de desarrollo más sostenible y bajo en carbono.
En dicho documento se destaca que en ALC se generan en promedio alrededor de 1 kilogramo diario de residuos per cápita. La cobertura de la recolección de residuos en la región es alta en comparación con la media mundial. A nivel urbano se recolectan cerca del 85% de los residuos; no obstante, las cifras varían significativamente de un país a otro, desde más del 95% en ciudades de Uruguay y Colombia, a solo el 12% en Puerto Príncipe. Menos del 75% de los residuos urbanos se depositó en rellenos sanitarios y más del 20% fue a vertederos abiertos. Por otro lado, en la región se recicla solo el 4% de los residuos sólidos urbanos, lo que contrasta con lo que ocurre en países en los que la cifra llega al 20%. Todo ello son rasgos característicos de un estilo de desarrollo insostenible.
Como en todo el mundo, en ALC el modelo lineal está provocando residuos y contaminación. Para 2050, se espera que el consumo de materiales domésticos urbanos aumente a 25 toneladas per cápita en la región, evidentemente por encima del rango 6-8 toneladas per cápita que considera sostenible el Panel Internacional de Recursos. Se sabe que en ALC la disposición y tratamiento de residuos se distribuye de tal manera que apenas el 4.5% se recicla, mientras que menos del 1% se aprovecha para la elaboración de composta, el 52% se deposita en rellenos sanitarios, el 26.8% en vertederos a cielo abierto y el 16.5% en otros rellenos sanitarios. Se estima, además, que aproximadamente la mitad de los residuos municipales son orgánicos, que el 34% de los alimentos que se producen para el consumo humano se pierden o desperdician y que entre el 70 y el 80% de las aguas residuales no se tratan.
El documento de la (CECALC) habla fundamentalmente de los beneficios que para los países de ALC generaría la implementación del modelo circular en la mayor parte de las empresas, en los efectos del cambio climático, en la preservación de la biodiversidad y, en el comportamiento futuro de sectores económicos como la agricultura, los metales y minerales, los plásticos y la construcción.
A propósito de las empresas, en el documento se señala que el 99.5% del total de las empresas en la región son consideradas Micro, pequeñas o medianas empresas (Mipymes) y su producción corresponde al 25% del total de la producción en ALC. Estas empresas participan en todas las cadenas de suministro y pueden ser fuentes clave de innovación para la implementación de la economía circular en América Latina. En el diseño de la transición desde la economía lineal, las Mipymes pueden recibir el apoyo de los sectores público y privado para mejorar su acceso a la financiación, hacer crecer sus innovaciones y adoptar tecnologías para promover la transformación hacia la economía circular.
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En relación también con las empresas y el mercado laboral, se sabe que el 60% de las personas ocupadas trabaja en la informalidad y que prácticamente la mitad de los residuos reciclados en la región provienen de aproximadamente 2 millones de recicladores informales. Así las cosas, la llegada de la economía circular hará que las empresas informales y los trabajadores que operan en modelos de negocio circulares (tales como la reparación, renovación, remanufactura y reciclaje) puedan beneficiarse del apoyo público y privado para mejorar y mantener los estándares de salud y seguridad social, desarrollar habilidades y acceder a tecnologías para respaldar su interconexión con cadenas de valor circulares altamente funcionales.
Con respecto a la biodiversidad y las formas en las que el modelo lineal la amenaza, se señala que la biodiversidad en la región (ALC) es una de las más ricas del mundo, aportando el 40% de la diversidad de la tierra y el 60% de la vida terrestre mundial. Esto pese a que desde 1975 a la fecha, ALC ha perdido el 94% de su diversidad, siendo uno de los principales impulsores de esto las prácticas actuales de extracción y procesamiento de los recursos. Por eso, para reducir las amenazas a la biodiversidad y permitir que esta se reconstruya, se requiere un cambio sistémico hacia una economía circular. Han de ser parte del proceso, la eliminación de los residuos y la contaminación, el hacer circular productos y materiales y la regeneración de la naturaleza.
Toca el turno al análisis de los efectos de la economía circular en el caso de los sectores productivos. Al iniciar con la agricultura, lo primero que habría que decir es que el 14% de la producción mundial de alimentos y el 16% de las exportaciones mundiales de alimentos provienen de los países de ALC. Pero, además, solo el 4% de las importaciones mundiales de alimentos llegan acá, lo que refleja la importancia de la producción local para la región. Algunos datos adicionales son, que se estima que al menos la mitad de los alimentos que consume la población proviene de manos de pequeños agricultores y que casi la mitad del empleo total de la región se encuentra en el sector, desde la agricultura hasta la agroindustria, generando entre el 30% y el 40% del PIB regional.
Los principales problemas ligados a esta actividad, si la producción bajo el modelo lineal no se supera, son los efectos nocivos sobre la productividad de la tierra, la pérdida y el desperdicio de alimentos (más de un tercio de los alimentos producidos en la región se pierde y desperdicia, mientras que aproximadamente 47 millones de personas en la región padecían hambre en 2019) y, las emisiones de gases efecto invernadero (GEI) ya que las prácticas agrícolas actuales están contribuyendo a la alta huella de emisiones del sector. Para dimensionar, la agricultura es la segunda mayor fuente de emisiones de GEI en la región.
Se esperaría que la economía circular hiciera que las empresas alimentarias de la región produjeran y ofertaran productos positivos para la naturaleza para una población más sana. Además, que el desperdicio de alimentos comestibles se evitara, redistribuyéndolo sistemáticamente para aliviar el hambre, pero también reincorporando los residuos orgánicos al proceso productivo. Con esto, aumentaría la seguridad alimentaria y se reducirían las emisiones y la contaminación.
Por lo que hace al impacto de la economía circular sobre el sector de metales y minerales, habría que señalar primero que ALC posee una parte importante de las reservas minerales del mundo. En esta región se tiene el 61% de las reservas mundiales de litio, el 39% de las reservas mundiales de cobre y el 32% de las reservas mundiales de plata y níquel. Además, Chile es el mayor productor de cobre en el mundo, México es el mayor productor de plata y Brasil el tercer mayor productor de acero a nivel mundial.
Se identifican como problemas centrales del sector en ALC: la vulnerabilidad a las fluctuaciones de los precios de los productos básicos y los impactos ambientales de las industrias extractivas; la alta generación de emisiones mundiales de GEI (el sector de las exportaciones mineras representó el 18% de estas emisiones) y; las vulnerabilidades laborales y sociales que existen dentro de este modelo de producción extractiva. Lo que la economía circular propone es que los minerales y metales se alquilen en lugar de venderse, para garantizar que los países productores conserven la propiedad de sus recursos naturales a largo plazo, convirtiéndose en administradores de recursos y permitiendo que los materiales tengan usos múltiples. También, que los metales recuperados mediante actividades mineras urbanas se utilicen en bienes duraderos (producidos localmente o importados) y circulen en su más alto valor en nuevos productos, al mismo tiempo que generen nuevos puestos de trabajo bien remunerados y con las debidas prestaciones sociales.
En el caso de los plásticos, se precisa que estos representan el 12.4% de los residuos sólidos urbanos, el cuarto flujo de residuos más importante de la región. La economía circular en ALC aportaría beneficios en la medida que todos los empaques y envases de plástico que circularan en la región serían aquellos que fueran absolutamente necesarios y estuvieran diseñados para ser reutilizables, reciclables o compostables. En el nuevo escenario, los envases de plástico se reutilizarían ampliamente en varias aplicaciones, lo que reduciría la necesidad de envases de un solo uso y la dependencia de materiales vírgenes. El nuevo modelo contempla que cuando ocurra el inevitable fin de uso, los envases de plástico se recircularán de vuelta al sistema, a través de una clasificación, recolección, logística y tecnología efectivas en cadenas de reciclaje que deberán ser altamente inclusivas para los trabajadores de la región.
Resta por revisar la situación de impacto en el caso del sector de la construcción. Hay que saber que ALC es una de las regiones más urbanizadas del mundo y que el 18% de la población urbana se concentra en 6 megaciudades con más de 10 millones de habitantes, siendo la proporción más alta entre todas las regiones del mundo. La urbanización de la región se ha producido rápidamente y la proporción de población urbana ha aumentado del 41% en 1950 al 81% en 2018, lo que ha generado una creciente demanda de vivienda e infraestructura.
Sucede, señala el estudio de la CELAC, que en la economía lineal actual el creciente entorno construido también ha llevado a un mayor consumo de materias primas y a la generación de residuos de construcción y demolición. En consecuencia, los costos y los efectos ambientales negativos de los residuos de construcciones y demoliciones en el sistema actual son altos. Por ejemplo, en Brasil, la construcción y demolición producen del 50% al 70% de los residuos que van a los vertederos, lo que supone altos costos para los municipios y las empresas constructoras. Además, la construcción y el uso actual de edificios en la región dan lugar a un uso significativo de energía y emisiones de GEI, con el 24% del uso de energía y el 21% de las emisiones de dióxido de carbono relacionadas con estos procesos.
La puesta en marcha del modelo de economía circular permitiría que los edificios se diseñaran desde el principio de forma modular y flexible, con materiales saludables que mejorarían el bienestar de los residentes y minimizarían el uso de nuevos materiales. Los edificios estarían diseñados para mantener y renovar sus componentes cuando fuera necesario y podrían adaptarse a diferentes usos a lo largo del tiempo, haciéndolos resistentes a las condiciones cambiantes del mercado. Además, los edificios estarían diseñados para ser deconstruidos para que, a través de la reutilización de sus componentes, estos materiales siguieran circulando, lo que conduciría a la reducción de los residuos y la contaminación, y a un mayor ahorro de costos para las empresas y los municipios.
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Para no alargarme más, termino, por ahora, reflexionando que América Latina se acerca cada vez más a la implementación del modelo de economía circular, dado que ha hecho conciencia de los efectos del cambio climático y el deterioro ambiental sobre una de las regiones con mayor biodiversidad en la tierra y en donde se produce la mayor cantidad de alimentos a nivel mundial. Los sectores por dónde será más conveniente y prioritario iniciar esta transformación ya se han identificado y aquí se han señalado. Para seguir avanzado en este proceso de transición hacia la economía circular, se considera que otro paso clave es establecer objetivos e indicadores regionales claros, a través de hojas de ruta regionales, que pueden aumentar el compromiso entre los países y la alineación en toda la región. Este tipo de alineación y colaboración también puede llevar a compartir metodologías para medir y monitorear la transición a nivel nacional.
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Referencias
- Circular Economy Coalition. Latin América & the Caribbean (2022). Economía circular en América Latina y el Caribe: Una Visión Compartida. Patrocinadores, Federal Ministry for the Environment, Nature Conservation, Nuclear Safety and Consumer Protection. EUROPEAN UNION.
- C. de Miguel, K. Martínez, M. Pereira y M. Kohout, (2021) “Economía circular en América Latina y el Caribe: oportunidad para una recuperación transformadora”, Documentos de Proyectos (LC/TS.2021/120), Santiago, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
- CEPAL (2021). Avances hacia una economía circular en América Latina y el Caribe: desafíos y oportunidades para lograr un estilo de desarrollo más sostenible y bajo en carbono. https://www.cepal.org/es/eventos/avances-economia-circular-america-latina-caribe-desafios-oportunidades-lograr-un-estilo. Financiado por la Unión Europea.