Accenture: cuales son las principales barreras de la economía circular
Las compañías españolas están priorizando cada vez con más frecuencia las prácticas circulares, lo que también ha servido para identificar una serie de carencias que dificultan el proceso de transformación Por Tomás Muñoz M.
Las prácticas sostenibles comienzan a ser frecuentes entre las empresas de nuestro país y a ser consideradas como una gran oportunidad. Sin embargo, para cerrar el ciclo productivo y de consumo y, de esta forma, poder abandonar el concepto de residuo, todavía existen importantes hándicaps empresariales externos e internos que han de ser superados.
Más allá de las tres erres clásicas de ‘reducir, reutilizar y reciclar’, toda la cadena de valor de los diferentes sectores y actividades debe incorporarse a la economía circular. Ante un proceso tan complejo, cabe preguntarse cómo ha evolucionado esta transición en los últimos años o qué factores están limitando el cambio cultural dentro de las organizaciones. Al mismo tiempo, es importante conocer las principales demandas de las compañías para lograr un objetivo tan ambicioso.
Con la intención de responder a estas y otras cuestiones relacionadas con la incorporación de la economía circular al entramado empresarial, El Confidencial organizó junto a Accenture un evento cuya celebración se enmarcó en el ‘Sustech Day’ de la consultora. En este encuentro participaron Julio Juan, Industry X Iberia Lead, Accenture; Beatriz Herrera, directora de Sostenibilidad de Mahou-San Miguel; Fernando Ruiz, director de Sostenibilidad de Repsol; Teresa Parejo, directora de Sostenibilidad de Iberia, y Francisco Núñez, director de Medio Ambiente de El Corte Inglés.
«No existe una regulación única, sino que los marcos de actuación son regionales, lo que dificulta la adopción de medidas sostenibles»
Según un estudio reciente de Accenture sobre el estado de la economía circular en España, las organizaciones de nuestro país tienen ante sí una oportunidad sin precedentes, pero se enfrentan a diferentes barreras internas y externas que todavía impiden el cambio de modelo. Para conocer dónde están los puntos de bloqueo, el representante de la consultora precisó durante su primera intervención que, entre las limitaciones del primer tipo, se encuentran factores como “las estrategias de negocio cortoplacistas, la falta de organización transversal o la ausencia de formación en la materia”. Julio Juan también se detuvo para analizar los obstáculos que entorpecen a las empresas desde el exterior, entre los que destacó “los factores tecnológicos, la cadena de suministros, el entorno competitivo y la falta de incentivos fiscales y claridad por parte de la Administración pública”.
Precisamente, el papel del regulador fue un tema recurrente durante el desarrollo de la mesa redonda. Teresa Parejo concretó que, en el caso de Iberia, “estamos trabajando intensamente para reducir los residuos a bordo, pero nos topamos con la diferencia de normativas entre Estados Unidos y Europa, lo que limita que podamos avanzar rápidamente hacia la economía circular”.
Con ella coincidió Beatriz Herrera, quien detalló que en España “no existe una regulación única, sino que los marcos de actuación son regionales”. “Esto complica mucho la adopción de medidas sostenibles por parte de las empresas”, continuó la directora de Sostenibilidad de Mahou-San Miguel, aunque reconoció que “la regulación ayuda y acelera el proceso cuando no existen diferencias entre áreas geográficas”.
Por su parte, Fernando Ruiz, al igual que sus contertulios, valoró “positivamente” toda regulación que impulse la economía circular: “Lo celebramos y le damos la bienvenida, pese a que sería interesante que fuera más flexible en algunos aspectos”, puntualizó.
En una línea coincidente con sus compañeros de mesa, Francisco Núñez señaló que “si bien la regulación es positiva porque persigue el objetivo de la sostenibilidad, el problema es la multirregulación: más allá de que existan diferentes marcos normativos dentro de un mismo país, a veces son incluso contradictorios unos con otros”. Para concretar sus palabras, el director de Medio Ambiente de El Corte Inglés puso como ejemplo “el acceso a la financiación de los Perte [Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica]”, ya que “en cada comunidad autónoma y en cada provincia se tramitan de una forma distinta y esto lo complica todo”, matizó.
La sinergia y la colaboración, el camino
Pese a los diferentes hándicaps, “las empresas españolas están absolutamente comprometidas con la economía circular y conocen la oportunidad que se les presenta”, aseguró Julio Juan. Y admitió que “estamos en un contexto único, gracias a las ayudas de la Unión Europea y los fondos Next Generation, para poder construir una industria verde y digital en consonancia con las estrategias de las compañías”.
Para Beatriz Herrera, “el proceso de transformación requiere un cambio profundo en muy poco espacio de tiempo”, lo que exige “modificar la cultura interna porque, de hecho, supone una auténtica revolución de todo el modelo de negocio”. Al mismo tiempo, esta transición demanda “sinergia y colaboración”, según reclamó la portavoz de Mahou-San Miguel. En relación con este último aspecto, el director de Sostenibilidad de Repsol coincidió con su compañera de tertulia y remarcó que “el verdadero reto es encontrar esas oportunidades que surgen en las empresas por dos vías: internegocio e intracompañía” y reclamó “más foros que permitan intercambiar ideas entre organizaciones para poner en marcha la cooperación”.
Finalmente, en opinión de Francisco Núñez, “para que toda la cadena de valor se comprometa con la economía circular, precisamos la ayuda de todos los socios y proveedores”. Para ilustrar esta necesidad, el director de Medio Ambiente de El Corte Inglés explicó que “para cerrar el ciclo, necesitamos valorizadores que participen en el proceso, además de esfuerzo por parte de todos los actores implicados y un aumento considerable en la inversión”. Por su parte, a modo de cierre, Teresa Parejo resumió la situación en materia de sostenibilidad, considerando que “actualmente es muy complicado que las empresas practiquen el ‘greenwashing”, ya que “cada vez hay más ojos escrutando nuestras acciones. El cliente, quien también debe asimilar su cuota de responsabilidad, es un observador implacable y exige que se avance con determinación hacia la economía circular”, subrayó.