La economía circular en el campo
- La economía circular, en contraposición al modelo de economía lineal, permite el aprovechamiento de los recursos naturales (materias primas y energía) y la reducción y recuperación de residuos, ofreciendo una oportunidad para reinventar nuestra economía, haciéndola más sostenible y competitiva
Reyes Alonso Martín Coleto, El Diario.es
El mundo se enfrenta a un escenario en el cual la sobreexplotación de los recursos finitos ha llevado a comprometer el aseguramiento de su disponibilidad para el desarrollo de las actividades sujetas a su uso a lo largo del tiempo.
El modelo económico actual, basado en una producción y un consumo con recursos naturales ilimitados y sin una visión a largo plazo, se ha demostrado fallido al no contemplar la dimensión ambiental en su valoración de riqueza y desarrollo.
Dicho modelo de economía lineal, desarrollado durante el siglo XX, se basa en combustibles fósiles y no gestiona a largo plazo recursos como la tierra, el agua y los minerales, generando a su vez un gran número de impactos negativos para nuestra sociedad y nuestro planeta, tales como la crisis climática, la contaminación de ecosistemas marinos y terrestres, la pérdida de biodiversidad, el aumento de riesgos para la salud humana y la escasez de materias primas, que a su vez incrementan la desigualdad en el reparto de la riqueza entre personas.
Las empresas extraen materiales de la tierra, aplican energía y mano de obra para fabricar un producto y lo venden a un usuario final, que luego lo descarta cuando ya no cumple con su propósito.
La economía circular, en contraposición al modelo de economía lineal, permite el aprovechamiento de los recursos naturales (materias primas y energía) y la reducción y recuperación de residuos, ofreciendo una oportunidad para reinventar nuestra economía, haciéndola más sostenible y competitiva.
En un sistema de economía circular, el valor de los materiales se mantiene por el mayor tiempo posible y se minimizan el desperdicio y el uso de recursos y los materiales que se mantienen en la economía
Al ritmo actual, se estima que para 2050 serán necesarios dos planetas para satisfacer las necesidades de consumo, y que el uso de materiales se duplicará para 2060, según OECD, Global Material Resources Outlook.
La producción agrícola y ganadera y sus industrias de transformación generan un importante volumen de subproductos y/o residuos que, en su gran mayoría, pueden ser aprovechados, creando un valor donde antes no lo había. Los sistemas circulares maximizan el uso de materiales con base biológica al final de su vida útil, extrayendo valiosos elementos bioquímicos, y haciendo que pasen a otras aplicaciones diferentes cada vez más básicas, en lo que se llama “uso en cascada”. Optimizando el uso en cascada seguimos una gestión circular evitando la extracción de nuevos recursos, y minimizando el volumen de residuos.
En un sistema de economía circular, el valor de los materiales se mantiene por el mayor tiempo posible y se minimizan el desperdicio y el uso de recursos y los materiales que se mantienen en la economía cuando los productos alcanzan el final de su vida útil para volver a ser usados y volver a generar valor.
En el sector agrario, los materiales reciclados son una categoría de materias primas secundarias, presentes en los residuos orgánicos y que pueden ser devueltas al suelo cómo fertilizantes. Su uso sostenible en la agricultura reduce la necesidad de fertilizantes minerales, cuya producción tiene efectos negativos en el medio ambiente y depende de la importación de recursos naturales limitados.
El mismo principio de reutilización de recursos puede aplicarse al uso del agua. La escasez de recursos hídricos se ha acentuado en los últimos años causando efectos perjudiciales sobre nuestro medio ambiente y nuestra economía. La reutilización del agua se presenta como una alternativa valiosa para aumentar el suministro de agua y reducir el consumo de un bien cada vez más escaso. Además, también se presenta como una modalidad de reciclado de nutrientes en la agricultura, reduciendo la necesidad de fertilizantes minerales.
Señales como la volatilidad del precio de los recursos, riesgos en el abastecimiento, agotamiento, generación y cúmulo de residuos, aumentos de contaminación, pérdida de biodiversidad, desertización y degradación del suelo, entre otros, muestran la evidencia de los límites de este modelo y la insostenibilidad del mismo siendo necesaria la transición a un modelo que satisfaga las necesidades de una manera eficiente, eficaz y sostenible.
Es necesario un modelo que desvincule el desarrollo económico global del consumo de recursos finitos y que permita el desarrollo de procesos productivos más eficientes. Establecer instrumentos normativos, financieros y fiscales, de innovación y desarrollo, de educación y sensibilización así como estrategias y planes de acción sentando las bases para impulsar un nuevo modelo de producción y consumo en el que el valor de productos, materiales y recursos se mantengan en la economía.
La sociedad a raíz de la crisis sanitaria que estamos viviendo ha descubierto que el sector agroalimentario es esencial para el mantenimiento de lo que conocemos como estado de bienestar
El sector agroalimentario demanda la mejora, desarrollo y optimización de tecnologías sostenibles de recuperación y purificación de compuestos orgánicos, tales como proteínas, polifenoles, terpenos, etc., presentes en la mayoría de biomasas residuales producidas por el sector agrario y agroalimentario, dadas sus propiedades bioactivas, antimicrobianas y antioxidantes, para la formulación de nuevos alimentos funcionales o mejorar su calidad.
Desde el año 2015, la Unión Europea (UE) ha impulsado la transición de Europa hacia un modelo de economía circular a través de su plan de acción “Cerrar el círculo: un plan de acción para la economía circular”. El mismo identifica al sector agroalimentario como uno de los sectores clave en materia de reutilización de recursos y el impulso del mercado de las materias primas secundarias.
El Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía ha aprobado, el pasado día 14 de diciembre, el Proyecto de Ley de Economía Circular, que inicia a partir de ahora su tramitación parlamentaria, articula medidas para afrontar los nuevos retos medioambientales, tecnológicos, económicos y sociales. Entre ellas destacan las enfocadas al aumento de la vida útil de los productos y el favorecimiento de un uso racional de las materias primas, la reducción del desperdicio alimentario, el “pago por uso”, la lucha contra obsolescencia y el desarrollo del “derecho a reparar”.
Este modelo de economía circular en Andalucía se basa en el análisis del ciclo de vida y, por tanto, de la huella ecológica de los productos y servicios, la gestión de los bienes no vendidos, el impulso de la reparación, la lucha contra el desperdicio alimentario y las inversiones estratégicas en materia de economía circular. Ahora corresponde su aprobación, desarrollo y aplicación, sensibilización de la ciudadanía, la formación y la prevención.
La sociedad a raíz de la crisis sanitaria que estamos viviendo, ha descubierto que el sector agroalimentario es esencial para el mantenimiento de lo que conocemos como estado de bienestar y que la colaboración entre los diferentes eslabones de la cadena alimentaria es vital para asegurar no solo el suministro de los alimentos, sino también la calidad y seguridad alimentaria.
La economía circular en el sector agrario
- La economía circular, en contraposición al modelo de economía lineal, permite el aprovechamiento de los recursos naturales (materias primas y energía) y la reducción y recuperación de residuos, ofreciendo una oportunidad para reinventar nuestra economía, haciéndola más sostenible y competitiva
25 de diciembre de 2021 21:34h
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El mundo se enfrenta a un escenario en el cual la sobreexplotación de los recursos finitos ha llevado a comprometer el aseguramiento de su disponibilidad para el desarrollo de las actividades sujetas a su uso a lo largo del tiempo.
El modelo económico actual, basado en una producción y un consumo con recursos naturales ilimitados y sin una visión a largo plazo, se ha demostrado fallido al no contemplar la dimensión ambiental en su valoración de riqueza y desarrollo.
Dicho modelo de economía lineal, desarrollado durante el siglo XX, se basa en combustibles fósiles y no gestiona a largo plazo recursos como la tierra, el agua y los minerales, generando a su vez un gran número de impactos negativos para nuestra sociedad y nuestro planeta, tales como la crisis climática, la contaminación de ecosistemas marinos y terrestres, la pérdida de biodiversidad, el aumento de riesgos para la salud humana y la escasez de materias primas, que a su vez incrementan la desigualdad en el reparto de la riqueza entre personas.
Las empresas extraen materiales de la tierra, aplican energía y mano de obra para fabricar un producto y lo venden a un usuario final, que luego lo descarta cuando ya no cumple con su propósito.
La economía circular, en contraposición al modelo de economía lineal, permite el aprovechamiento de los recursos naturales (materias primas y energía) y la reducción y recuperación de residuos, ofreciendo una oportunidad para reinventar nuestra economía, haciéndola más sostenible y competitiva.
En un sistema de economía circular, el valor de los materiales se mantiene por el mayor tiempo posible y se minimizan el desperdicio y el uso de recursos y los materiales que se mantienen en la economía
Al ritmo actual, se estima que para 2050 serán necesarios dos planetas para satisfacer las necesidades de consumo, y que el uso de materiales se duplicará para 2060, según OECD, Global Material Resources Outlook.
La producción agrícola y ganadera y sus industrias de transformación generan un importante volumen de subproductos y/o residuos que, en su gran mayoría, pueden ser aprovechados, creando un valor donde antes no lo había. Los sistemas circulares maximizan el uso de materiales con base biológica al final de su vida útil, extrayendo valiosos elementos bioquímicos, y haciendo que pasen a otras aplicaciones diferentes cada vez más básicas, en lo que se llama “uso en cascada”. Optimizando el uso en cascada seguimos una gestión circular evitando la extracción de nuevos recursos, y minimizando el volumen de residuos.
En un sistema de economía circular, el valor de los materiales se mantiene por el mayor tiempo posible y se minimizan el desperdicio y el uso de recursos y los materiales que se mantienen en la economía cuando los productos alcanzan el final de su vida útil para volver a ser usados y volver a generar valor.
En el sector agrario, los materiales reciclados son una categoría de materias primas secundarias, presentes en los residuos orgánicos y que pueden ser devueltas al suelo cómo fertilizantes. Su uso sostenible en la agricultura reduce la necesidad de fertilizantes minerales, cuya producción tiene efectos negativos en el medio ambiente y depende de la importación de recursos naturales limitados.
El mismo principio de reutilización de recursos puede aplicarse al uso del agua. La escasez de recursos hídricos se ha acentuado en los últimos años causando efectos perjudiciales sobre nuestro medio ambiente y nuestra economía. La reutilización del agua se presenta como una alternativa valiosa para aumentar el suministro de agua y reducir el consumo de un bien cada vez más escaso. Además, también se presenta como una modalidad de reciclado de nutrientes en la agricultura, reduciendo la necesidad de fertilizantes minerales.
Señales como la volatilidad del precio de los recursos, riesgos en el abastecimiento, agotamiento, generación y cúmulo de residuos, aumentos de contaminación, pérdida de biodiversidad, desertización y degradación del suelo, entre otros, muestran la evidencia de los límites de este modelo y la insostenibilidad del mismo siendo necesaria la transición a un modelo que satisfaga las necesidades de una manera eficiente, eficaz y sostenible.
Es necesario un modelo que desvincule el desarrollo económico global del consumo de recursos finitos y que permita el desarrollo de procesos productivos más eficientes. Establecer instrumentos normativos, financieros y fiscales, de innovación y desarrollo, de educación y sensibilización así como estrategias y planes de acción sentando las bases para impulsar un nuevo modelo de producción y consumo en el que el valor de productos, materiales y recursos se mantengan en la economía.
La sociedad a raíz de la crisis sanitaria que estamos viviendo ha descubierto que el sector agroalimentario es esencial para el mantenimiento de lo que conocemos como estado de bienestar
El sector agroalimentario demanda la mejora, desarrollo y optimización de tecnologías sostenibles de recuperación y purificación de compuestos orgánicos, tales como proteínas, polifenoles, terpenos, etc., presentes en la mayoría de biomasas residuales producidas por el sector agrario y agroalimentario, dadas sus propiedades bioactivas, antimicrobianas y antioxidantes, para la formulación de nuevos alimentos funcionales o mejorar su calidad.
Desde el año 2015, la Unión Europea (UE) ha impulsado la transición de Europa hacia un modelo de economía circular a través de su plan de acción “Cerrar el círculo: un plan de acción para la economía circular”. El mismo identifica al sector agroalimentario como uno de los sectores clave en materia de reutilización de recursos y el impulso del mercado de las materias primas secundarias.
El Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía ha aprobado, el pasado día 14 de diciembre, el Proyecto de Ley de Economía Circular, que inicia a partir de ahora su tramitación parlamentaria, articula medidas para afrontar los nuevos retos medioambientales, tecnológicos, económicos y sociales. Entre ellas destacan las enfocadas al aumento de la vida útil de los productos y el favorecimiento de un uso racional de las materias primas, la reducción del desperdicio alimentario, el “pago por uso”, la lucha contra obsolescencia y el desarrollo del “derecho a reparar”.
Este modelo de economía circular en Andalucía se basa en el análisis del ciclo de vida y, por tanto, de la huella ecológica de los productos y servicios, la gestión de los bienes no vendidos, el impulso de la reparación, la lucha contra el desperdicio alimentario y las inversiones estratégicas en materia de economía circular. Ahora corresponde su aprobación, desarrollo y aplicación, sensibilización de la ciudadanía, la formación y la prevención.
La sociedad a raíz de la crisis sanitaria que estamos viviendo, ha descubierto que el sector agroalimentario es esencial para el mantenimiento de lo que conocemos como estado de bienestar y que la colaboración entre los diferentes eslabones de la cadena alimentaria es vital para asegurar no solo el suministro de los alimentos, sino también la calidad y seguridad alimentaria.